Cada mañana al despertar IV

Cada mañana al despertar, miro por la ventana. Con el nuevo día comienza nuevamente la vida. Una vida frenéticamente tranquila y en cierto modo, apasionantemente aburrida. 
En la ciudad, las luces de neón iluminan cocinas destempladas que calientan, a golpe de microwave, leche uperisada. Madres angustiadas con las décimas del niño que traga embólicamente desde la jeringa mililitros de antitérmicos, analgésicos y desinflamatorios.
El coche replica una casa de emergencia… todos los objetos se duplica para el “por si acaso”. 
Comienza la descarga de niños en los colegios, las entradas atropelladas en los centros de trabajo y las personas dejan de serlo para convertirse en masa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al salir de allí...

Tres beseos

PENÉLOPE… o cómo hacer que Ulysses (J.Joyce) se rinda a nuestros pies.