Sueños de infancia
Sueños de infancia que iluminan como pequeñas luciérnagas las sombras de la vida. Cadáveres que cubren el camino que con esperanza quisimos recorrer cada mañana. El hedor de una vida que nos va pudriendo y apenas quedan fuerzas para intentar soñar con una brisa perfumada. Sueño que hundo mi nariz en su axila y soy consciente que jamás, nunca más, volverán las ráfagas frescas de las locas ensoñaciones de juventud. Y cuando al fin decido que ya no quiero volver a intentarlo... vuelve a aparecer. Y al navegar en sus ojos reconozco mi mirada: dura, desafiante y amarga de alma: dulce y triste de corazón. Y así entre caricias y besos dejamos que las lágrimas lavasen nuestros ojos con la inconfesable ilusión de que al menos durante un tramo del camino de nuestras vidas, si bien ya no podrá ser la alondra, sea el ruiseñor quien con su canto aleje por un momento nuestro dolor y nos permita abrir los párpados dormidos y, tras la cortina de occidente, se abra el Universo